En estos tiempos en los que la información viaja a la velocidad de la luz y hasta en el autobús se puede recibir, el mundo parece injusto y violento, como si la humanidad estuviera actualmente sumida en su propia obscuridad, decadencia e inmoralidad.

Y sí, es probable que así sea, pero todo depende del cristal con que se mire, ya que, en función del prisma a través del cual se observa, la realidad puede parecer diferente.

También están sucediendo cosas maravillosas e importantes, como los nuevos hallazgos científicos, las nuevas medicinas y tratamientos para las enfermedades, una mayor conciencia económica y nutricional, y un mayor bienestar que, poco a poco, llega a más personas gracias a todos esos valientes que se atreven a compartir su conocimiento y trabajo.

La riqueza y el capital que hemos creado a lo largo de la civilización humana alcanzan a más personas cada vez, y siguen en aumento. Los recursos son cada vez más abundantes y, si no lo fueran, encontrariamos sustitutos que sí lo son.

La imaginación no conoce límites y el ingenio humano es capaz de resolver cualquier problema.

Pero ¿qué pasa? ¿Nos estamos haciendo creer que el mundo está en caos para dividirnos y debilitarnos con un comportamiento autodestructivo que nos tiene enfermos de cuerpo y de mente? Soledad, depresión y miedo son solo algunos de los síntomas que se manifiestan en la psique humana.

Pero no todo está perdido, aún hay esperanza. El sol sigue saliendo y la bondad sigue existiendo, se puede ver y sentir en todas partes. Es cuestión de abrir los ojos, la mente y el corazón para descubrirla.

El ser humano tiene la capacidad de convertirse en esa luz que ilumina la oscuridad, como el sol que nos da la vida, o puede convertirse en la oscuridad misma, en un agujero negro que arrasa todo a su paso y lo desintegra.

Depende de nosotros elegir si queremos seguir el ejemplo de la creación o si preferimos seguir el camino de la destrucción. Son dos caminos distintos que llevan a mundos distintos.

Si es verdad que el ser humano está hecho a imagen y semejanza de Dios, entonces, ¿no estaremos, por definición, del lado de los buenos?


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